Lakefront

Asturias - Chicago - Washington - Miami - ?

martes, diciembre 29, 2009

Gatos

En el parking de mi casa hay gatos. El aparcamiento está cerrado, pero con una reja por la que entran y salen los felinos a sus anchas. Además, alguna vecina les da de comer. Son callejeros, "del barrio", dice ella. Si tanto le gustan, señora, súbaselos a casa.

No me daban mucho problema hasta que cambié de coche, hace casi un mes. Resulta que les gustó el tacto de la capota y se suben a dormir. Lo dejan todo lleno de pelos y pisadas y, lo que es mucho peor, han arañado tres puntitos del techo y hay una raya en el capó. De los nervios estoy, obviamente.

La guerra es diaria. Los persigo para asustarlos, les lanzo agua, mojo el coche para que no se suban, pongo cartones encima, tiro la comida que les dejan las vecinas... por supuesto, todo dentro de la legalidad y la inocuidad, porque en este país te pillan haciéndole el mínimo daño a un gato y terminas vestido de naranja y sin seguidores que pidan el aplazamiento de tu ejecución.

Hoy he dado el paso que quisiera fuera definitivo. He alquilado en la perrera una trampa para gatos. Tú los cazas, se los llevas y listo. Cuando te llevas la jaula te hacen firmar un papel en el que te comprometes a darles comida y agua mientras lo tengas retenido. Humanidad animal. En la línea siguiente te avisan de que ellos seguramente lo sacrifiquen cuando lo entregues.

He puesto la trampa hace cuatro horas, la veo desde el balcón. No se ha acercado ni medio gato. ¿Tendrá algo que ver que la única lata que tenía a mano para ponerles de cebo fuera de piña?

sábado, diciembre 12, 2009

Marta de la Sota

Qué maravilla.