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miércoles, febrero 10, 2010

La banderita

El viernes pasado volví de Haití. Después de explorar varias opciones en la terminal del aeropuerto de Guantánamo -donde básicamente uno llega, mira en un papel hacia dónde hay vuelos hoy, pregunta si los vuelos siguen en pie, y pide permiso para montarse en el que le apetezca-, decidí subirme a uno que originalmente iba para Norfolk, Virginia, pero a última hora redirigieron a Key West, Florida. Total, que mientras los soldados del Navy que querían volver a casa, a la mayor base naval del país en Norfolk, se borraban del vuelo, yo me apunté, porque me parecía la mejor opción para llegar a Florida.

Tras tres horas y media sin la más mínima turbulencia en un lentísimo C-130 sin presurizar, aterrizamos entre los F-16 de Key West, a cuatro horas de Miami en coche. Del aeropuerto de la base, taxi al aeropuerto civil de Key West. Alquiler de coches. Allí me encuentro a Toussaint, un haitiano-americano vestido de marinerito al que le eché 18 años y luego resultó tener 26. ¿Para dónde vas? A Miami. Venga, vamos juntos.

Buena historia la de Toussaint, que se metió al ejército para pagarse los estudios, como tantos otros, y ahora está atado por contrato un montón de años, primero en servicio activo y luego en la reserva... con el problema de que ahora llaman a la mayoría de los de la reserva. Volvía a casa con un permiso de emergencia porque su padre se había puesto enfermo de repente. Llevaba sin ver a su mujer y a sus dos hijos -uno de pocos meses, otro de asi dos años- desde Thanksgiving, y no había avisado de que volvía a casa. Quería darles una sorpresa.

Después de las cuatro horas bajo un aguacero, de noche, por la carretera de una vía entre Key West y Miami, me despido de Toussaint en la puerta de su casa sin hacer mucho ruido, para que no le oigan llegar. Y voy para la mía.

Viernes del fin de semana del Super Bowl. Mi casa está en el medio de todo el barullo de South Beach y llego con un coche alquilado para que el no tengo plaza de parking. Agotado, después de un día en que me había levantado a las 5 am en un barco, viajado tres horas en helicóptero, tres y media en un avión militar y cuatro conduciendo, lo único que se me ocurre es sacar mi coche del parking, meter el alquilado, dejar el mío en la zona de residentes -aún tengo la pegatina de mi casa anterior- y caminar un par de calles hasta casa. Eso hago, observando la juerga que había montada y pensando que me iban a venir fenomenal los tapones para los oídos que te daban en el ejército cada vez que te ibas a subir a cualquier cosa, menos al helicóptero, que pare eso directamente te daban casco con orejeras aislantes del sonido y salvavidas.

Camino tres calles, entro al ascensor, subo, unos diez metros hasta mi puerta. En total, ¿500 metros? Abro la puerta, piso la baldosa y oigo un ruido metálico. Me miro la suela de las zapatillas. Tengo algo clavado. Lo saco de la goma. Es un pin de esos con dos banderas. La de Estados Unidos y la de Haití. Se me había clavado en algún momento entre mi coche y mi casa.

¿Es posible una casualidad mayor? Llevo una semana dándole vueltas. ¿Cuántos pins se clava uno en su vida en un zapato? ¿Cuántos con una bandera de Haití? ¿Cuántos cuando uno está llegando a su casa después de tres días en ese país? Me da hasta miedo pensar que esto pueda significar algo.



El pin en cuestión. Malísima foto con la blackberry de nuevo.

7 Comentarios:

At jueves, 11 febrero, 2010, Anonymous Erri-Berri apunta...

Estas son las historias que tendrían que publicarse.

 
At jueves, 11 febrero, 2010, Blogger Conch apunta...

Guau. Me pirran las historias de casualidades.
Buen trabajo, Rafa, es como si quisiera darte las gracias todo el tiempo.
Un beso.

 
At lunes, 15 febrero, 2010, Anonymous soni apunta...

Lástima haber leído los comentarios antes que tu post. Esperaba a Toussaint de nuevo y no ha aparecido.

 
At lunes, 15 febrero, 2010, Anonymous achopijo apunta...

Todo muy Lost.

Rafica, sigue a partir del pin y escribe una novela. Toussaint debe volver a la historia, como dice soni.

y Gracias.

 
At lunes, 15 febrero, 2010, Blogger Rafa apunta...

De Toussaint me despedí sabiendo que no le volvería a ver. Ni yo le pedí sus datos, ni él a mí mi e-mail o teléfono.

 
At lunes, 15 febrero, 2010, Blogger Conch apunta...

...pero en tu novela te lo volverás a encontrar.

 
At viernes, 19 febrero, 2010, Anonymous Anónimo apunta...

Bienvenido, Rafa. Te he ido siguiendo, pero conten´´ia el aliento hasta que llegaras a casa.
Tienes un arranque o final de novela incrustado en la zapatilla.
Un abrazo,
Bea (desde Pamplona)

 

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