Cerrando Pamplona
Sigo sin alojamiento para cuando llegue a Chicago y sin dejar de escaparme un fin de semana. Este último volví a Asturias, pero esta vez parando -a la ida y a la vuelta- en Santander. A eso se le llama alargar el fin de semana, que acabó el lunes por la noche en Cañadío y alrededores, comprobando in situ que lo de la pijería en la capital cántabra no es ninguna leyenda. Aún así, encontré una ciudad del norte de España con ambiente un lunes, algo insólito, y a gente muy divertida. Y una catedral curiosa, distinta, donde lo más bonito es la capilla que está debajo de la nave principal.
En realidad fue mi última escapada de fin de semana, porque la siguiente ya será huida definitiva de Pamplona. Hoy he estado recogiendo la mesa de la biblioteca y he devuelto casi todos los libros que tenía prestados de los colegas de Facultad. Por la tarde tengo el primer "tomar algo antes de que te vayas" y he mandado un mail a la agencia de viajes para ver si emitimos el billete ya reservado. En definitiva, hoy ha empezado la primera escala seria: dejar Pamplona.
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