Sin verano

Es lo malo del permanente veraneo en que vivo, que cuando llega el verano de verdad, ni te das cuenta.

Desde hace dos años -que en septiembre hago 24 meses en Miami- me pongo chanclas prácticamente todos los días y estoy igual de moreno en febrero que en julio. Y pensaréis: "Estará morenísimo siempre, si ya es moreno de por sí". Pues va a ser que no, que con esto de que tienes la playa a tres calles, que puedes tomar el sol todo el año, que el termómetro no baja de 24º... al final ni fu ni fa, un medio morenillo que no va a ningún lado. Nada comparable a cuando pasaba el verano en Asturias, incluso en Pamplona tenía más color.

El asunto es que han llegado el primero de julio, y ahora el de agosto -como nos recuerda el adversario- y sólo me he dado cuenta por la fecha de publicación que le tengo que poner a los artículos que subo todos los días. El concepto de jornada intensiva es desconocido en este país, y yo sigo trabajando hasta las 8 o las 9 como el resto del año. O hasta las once y media si se cae un puente sobre el Mississippi.