44 años después

Llevo tres horas en casa metido en Internet, escuchando El Larguero de esta noche, viendo cómo se está viviendo lo que tantos años llevábamos esperando...

La final me pilló en el aeropuerto de Managua. Allí eran las 12:45 p.m. Di por hecho que habría televisiones en algún bar de la terminal, pero al llegar vi horrorizado que no había ni uno. Después de preguntar a unos cuantos y con la tarjeta de embarque en la mano, me fui al comedor de los trabajadores del aeropuerto, en el edificio de al lado. Allí vi la primera parte entre nicaragüenses que gritaron el gol de Torres tanto como yo.


Pero llegaba la hora de embarque, y en el descanso salí corriendo a pasar seguridad dando gracias a que el aeropuerto tenía wifi gratis y pensando en meterme en una web china a seguir viendo el partido. Cuál fue mi alegría cuando me dicen que hay una tienda del duty free donde uno de los empleados ha llevado un par de televisiones. Y segunda felicidad cuando anuncian que el vuelo sale con 20 minutos de retraso. Allí estábamos un noruego casado con una nicaragüense, un hijo de españoles nacido en Estados Unidos, y otras dos docenas viendo el partido y conjurándonos en el minuto 80, cuando ya llamaban a embarcar al grupo 3, que no nos moveríamos hasta que vinieran los de American Airlines a buscarnos.


Me perdí todo lo posterior al pitido final, ya subido en el avión. Al aterrizar en Miami tenía media docena de mensajes avisándome de que la fiesta estaba en Española Way -a dos manzanas de mi casa-, y un montón de sms y correos electrónicos de argentinos, estadounidenses, venezolanos, colombianos, mexicanos, etc. de felicitación.

Y son casi las dos de la mañana y sigo regocijándome con la radio y las webs.

Y no sé si quedarme, o no, con la frase que acabo de escuchar a Enrique Ortego: "A mí me ha dado hasta pena que esto no fuera un Mundial".

Y es que la Eurocopa es grande, pero no es lo mismo, ni mucho menos. Si ahora estamos que no cabemos en nosotros, ¿os imagináis lo que debe de ser ganar un Mundial?

P.D.: Y Bojan, ¿qué? ¿Se estará arrepintiendo?