Medellín

Hace cuatro años, esta foto sería imposible, según la gente de Medellín. Resulta que entonces me hubieran matado para quitarme la cámara al inicio de la subida a Santo Domingo, el entonces barrio más peligroso de una ciudad que sufrió 6.349 asesinatos en 1991.

A la altura de la foto, más o menos, se dividía la zona. Hacia arriba, territorio de la guerrilla urbana. Hacia abajo, de los ciudadanos paramilitarizados. Antes, por todos lados, sicarios de Pablo Escobar. Ni la policía ni los militares se acercaban a la zona, que estaba aislada del centro de la ciudad.

A principios de esta década el ejército colombiano conquistó todo aquello a bombazos y comenzó un proyecto cuya punta del iceberg es un metrocable para evitar el aislamiento y una biblioteca pública construida con fondos españoles. Hoy la zona es el orgullo de los paisas -como se conoce a los oriundos de la región de Antioquia-, que te la enseñan casi antes que su famoso jardín botánico o las esculturas de Botero.