Lakefront

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jueves, octubre 30, 2008

El sinsentido y la casualidad

Los que han pasado miles de horas en el campus de la Universidad de la Navarra lo entenderán a la primera: es una casualidad, un milagro si queréis, que no haya habido muertos en el atentado de esta mañana.

Justo por la zona donde estaba aparcado el coche-bomba se pasa para ir del Edificio Central a la Biblioteca, a Económicas, a Derecho, a Comunicación... y también es punto de paso desde el colegio mayor que hay detrás del Central hacia casi cualquier sitio, incluidos los comedores universitarios.

La explosión se produjo un poco antes de las 11. En esta universidad casi todas las clases empiezan a las en punto y terminan a menos cuarto. Es decir, los descansos son siempre los últimos 15 minutos de cada hora. Quince minutos para que los alumnos vayan de su clase de libre configuración a su facultad. Para que los profesores vuelvan del aula a su despacho. No sé cuántos miles de horas habré pasado fuera entre esos edificios en mis nueve años en Pamplona, pero prácticamente todas -como las de todos los que hemos estudiado o trabajado allí- se acumulan en segmentos de esos quince minutos.

No es que por la zona de la explosión pasen cientos de personas todos los días, que pasan, es que en esos quince minutos previos a la hora siempre hay estudiantes y profesores pasando, y siempre hay coches entrando y saliendo. Llovía, por lo que seguramente habría menos gente en el aparcamiento, o habrían pasado más deprisa, corriendo para no mojarse.

En fin, una bendita casualidad.

lunes, octubre 06, 2008

911

Mi amigo el del pañuelo de honor dice que los rallies, la Fórmula 1, etc. no son deportes. Si hubiera estado hoy todo el día conmigo quizá hubiera cambiado de opinión. Estoy totalmente agotado después de dar 13 vueltas al Miller Motorsports Park -un circuito de 7.24 kms y 24 curvas al lago del Gran Lago Salado- en cinco Porsche 911 Carrera diferentes. Diez vueltas conduje yo, y las últimas tres -hot laps- con dos pilotos profesionales diferentes. Más la ida y vuelta al circuito en uno de los 911, otros 250 kms, aprox.

La experiencia de llevar un coche potente en un circuito con alguien al lado que te va diciendo qué hacer en cada momento es increíble. Cada vuelta, cada curva, vas mejorando, cogiendo confianza y tomando las curvas a velocidades que al principio te parecían imposibles. Y cuando crees que ya vas rápido y haces la vuelta en 3:50, el profesional deja de darte instrucciones y estás perdido. No sabes dónde frenar, dónde soltar y dónde acelerar. Pilotar es dificilísimo, pero dificilísimo. Entonces, cambias el sitio con el que sabe, te dice que te agarres fuerte, y se da una vuelta el tío a 3:24. (Y en la siguiente intenta entrar totalmente cruzado en una curva, sobrevira y se sale levantando un montón de piedras y tierra, pero bueno... me dijo que al coche le faltaba potencia para entrar cruzarse en eso punto).

Y todo esto con un cochecito, porque para una pista un 911 de calle es un juguetito que está dando vuelta ahí fuera. Pero la experiencia, alucinante. Cinco horas después sigo medio mareado.





Con Patrick Long, mi profesor ahí fuera, que es de la quinta de Alonso y corrió con él en karts en Italia cuando ambos tenían como 14 años, según me contó. Ahora es piloto oficial de Porsche y ha corrido las 24 horas de Le Mans y las American Le Mans Series.

domingo, octubre 05, 2008

Park City, UT

Estoy en Utah, el estado de los mormones donde está prohibido el alcohol, salvo en algunos hoteles, creo. Acabo de subir del aeropuerto de Salt Lake City a Park City, en las montañas.

Esto es impresionante. Ya el descenso en el avión sobre la llanura de la ciudad con el Lago Salado a un lado y la montañas recién nevadas -de anoche- al otro es de quitar el hipo. La cordillera arranca de una hacia arriba desde la planicie, sin zona intermedia, como en los mapas de España de plastina que teníamos que hacer en el colegio. Las montañas también parecen de mentira, con los piquitos nevados solamente.

A Park City hay que subir bastante y en el camino nos pasó un Audi Q7 del equipo olímpico USA de esquí. Y es que esta pequeña ciudad es conocida por dos cosas: por el parque olímpico donde se celebraron los saltos de esquí y otras pruebas en los juegos de invierno del 2002, y por el festival de Sundance.

Utah es el estado con más parques nacionales del país. Esta zona no la conocía, aunque estuve hace tres años en el extremo sur de Utah, frontera con Arizona, en Monument Valley, que es más bien desierto. Aquí, en cambio, el otoño está entrando con unos rojos, amarillos y marrones que me tienen mirando por la ventana del hotel mientras me caliento los pies en una chimenea -falsa, de gas- porque hace un poco más de fresco del esperado.


El hotelito con el campo del golf desde el edificio principal. Las habitaciones, en los "cottage" del fondo.