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jueves, octubre 30, 2008

El sinsentido y la casualidad

Los que han pasado miles de horas en el campus de la Universidad de la Navarra lo entenderán a la primera: es una casualidad, un milagro si queréis, que no haya habido muertos en el atentado de esta mañana.

Justo por la zona donde estaba aparcado el coche-bomba se pasa para ir del Edificio Central a la Biblioteca, a Económicas, a Derecho, a Comunicación... y también es punto de paso desde el colegio mayor que hay detrás del Central hacia casi cualquier sitio, incluidos los comedores universitarios.

La explosión se produjo un poco antes de las 11. En esta universidad casi todas las clases empiezan a las en punto y terminan a menos cuarto. Es decir, los descansos son siempre los últimos 15 minutos de cada hora. Quince minutos para que los alumnos vayan de su clase de libre configuración a su facultad. Para que los profesores vuelvan del aula a su despacho. No sé cuántos miles de horas habré pasado fuera entre esos edificios en mis nueve años en Pamplona, pero prácticamente todas -como las de todos los que hemos estudiado o trabajado allí- se acumulan en segmentos de esos quince minutos.

No es que por la zona de la explosión pasen cientos de personas todos los días, que pasan, es que en esos quince minutos previos a la hora siempre hay estudiantes y profesores pasando, y siempre hay coches entrando y saliendo. Llovía, por lo que seguramente habría menos gente en el aparcamiento, o habrían pasado más deprisa, corriendo para no mojarse.

En fin, una bendita casualidad.

1 Comentarios:

At lunes, 03 noviembre, 2008, Anonymous Anónimo apunta...

Abrazo, compañero de pupitre

 

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