Ahí se quedan

Lo pensaba hace unas semanas, no sé por qué. Creo que me vino a la mente por una noticia sobre la blogger más vieja del mundo.

Le di vueltas durante un par de días a lo que sería -o debería hacerse- con el blog de alguien que, por lo que sea, se muere. Y me puse a pensar que no conocía ninguno, que el invento éste era aún demasiado joven, pero que llegaría pronto, obviamente. Y que dentro de poco el mundo virtual estará lleno de recuerdos de gente que ya no está, de retazos más o menos olvidados que seguramente no se podrán tocar porque no habrá manera de dar con el password. Y que, en un rediseño de esos masivos de blogger.com, de blogia, o del que sea que lo aloje, se perderá para siempre.

Algo parecido pasará con los mails. ¿Cuántos mails estarán llegando a cuentas que ya nunca se miran?

Pero claro, los e-mails no están ahí, al alcance de todos, como está ahora el blog de Jamie Bishop, que murió en Virginia Tech, que fue becario Fulbright y resulta que dejaba comentarios en el blog de Dickie, un buen amigo. Ahora la zona de comments de su último post se ha convertido en un sinfín de pésames. La sensación es rara, leer esos mensajes, la mayoría de gente que no le cononocía, justo encima de sus propios comentarios...

Multas

Una de las cosas que más rabia me dan es que me pongan una multa. Sobre todo de aparcamiento. Hace exactamente dos horas me han puesto una, así que estoy que trino.

Aquí en USA, ya se sabe: mata un enfermo mental a dos en una residencia universitaria y, antes de matar a otros treinta, se da un paseo hasta casa, coge unas fotos y unos videos, y se pasa por correos para enviar al paquete a la tele. Y la policía no se cosca ni de media.

Eso sí, dejas medio coche sobre la línea amarilla, a diez metros del cruce, donde no molesta lo más mínimo, y parece que tienen una cámara siguiéndote, esperando a que dejes de mirar el coche para cascarte el ticket.

Llevo dos años y medio viviendo aquí. El primer año no tenía coche: me pusieron una multa de aparcamiento. El único día que me prestaron un coche.

Desde que estoy en Miami llevo tres. Dos por aparcar mal, como la de hoy. Otra porque a la ciudad de Miami Beach le dio por cambiar el color de los permisos de aparcamiento y anular meses antes de que caducaran incluso aquéllos que estaban en regla. Absurdo.

Los que me conocen saben que jamás aparco mal. No por nada, sino porque dejo el coche mal aparcado y no duermo. O lo dejo en zona azul sin moneditas y paso toda la cena nerviosísimo. Es una fobia, un problema que no sé cómo solucionar. Hago contención de daños pagando lo antes posible y ya. Que es lo que voy a hacer ahora mismo.

Por cierto, cómo envidio a los que dejan el coche tirado en cualquier sitio y se quedan tranquilísismos. Y cuando les multan -que a ésos casi nunca les toca, la verdad- cogen la multa, la rompen y la tiran allí mismo en pedacitos tipo confeti sin hacer el menor comentario ni preocuparles lo más mínimo. Eso es ser un winner y lo demás son tonterías.

Cho

El amigo Cho me está haciendo dejar a mi madre sola más horas de las que debería por aquí. Que vaya timing más perfecto todo esto.
En fin, que llevo tres días que me levanto del ordenador de cubrir el rollo éste para tomarme un café en la cocina de la oficina y meterme en discusiones sobre el derecho constitucional a las armas y tal.
Ayer, uno que trabaja aquí y que vino de Irak hace un par de años, nos trajo fotos de su familia jugando al paintball. El tío dice que tiene 30 pistolas en su casa, y que su hija de 16 la monta y desmonta no sé qué arma en no sé cuántos segundos. Y otro decía que los profesores de universidad y high school deberían ir armados.
En fin, que yo ahora, a las 20:33, de la que voy para casa, paro en el Wal Mart y me compro una pipa, y llego a casa sólo media hora más tarde.
El amigo Cho, que estuvo en observación en un psiquiátrico -ojo-, tenía un historial policial y de salud mental limpio. El hombre se compró la pistola de forma totalmente legal.

SS

Lo malo de trabajar en Jueves y Viernes Santo es que llegas, abres el mail personal, y no tienes un solo mensaje que no sea spam. Luego te das un paseo por los blogs de amigos y conocidos, y no sólo no hay nuevos posts, sino que ni blas ha añadido comentarios. Total, que hoy y mañana va a subir mi productividad porque no voy a tener con qué distraerme.

Novak Djokovic

La última semana me escapé todo los días al torneo de Cayo Vizcaíno, el más importante del mundo después de los cuatro grandes. Además de ponerme morenito en la grada he tenido la oportunidad de asistir a la mayor irrupción en el tenis masculino de los últimos años. El serbio Novak Djokovic, con 19 añitos, sacó de la pista a Nadal a raquetazos, ridiculizó a un pedazo de jugador como Murray en la semifinal, y no dio la mínima opción a Cañas -que venía de ganar a Federer dos veces en 15 días- en la final. Ya es número 7 del mundo y, con la dejada que tiene, seguirá escalando en la temporada de tierra. Que Federer vaya espabilando.



También vi una increíble final femenina, con dos bolas de partido seguidas para Justin Henin después de ganar 6-0 el primer set... y acabar perdiendo. E incluso hubo tiempo para dejar que la pesada de la azafata de Fila se hiciera una foto conmigo, que estaba empeñada la niña.