Super Bowl XLIII

¿Y qué hacía yo en Tampa el fin de semana pasado? Pues asistir a mi tercer Super Bowl, así a lo tonto, en el estadio de los Bucaneros. El año que viene vuelve a tocar en Miami, así que con un poco de suerte cae un cuarto.

Tenía credencial para moverme por las gradas y hacer fotos durante el partido, pero no para bajar al campo. Pese a todo, conseguí colarme abajo en los prolegómenos, ver salir a la banda de música, los equipos, la actuación de Faith Hill, el homenaje a la tripulación del avión que se cayó en Hudson y el himno cantado por Jennifer Idem.

Entonces, me echaron para arriba. Me pasé el partido moviéndome por todo el estadio y confirmando una vez más que, por muy grande que sea este espectáculo y mucha pasta que se dejen los fanáticos por una entrada, hay mil veces más tensión en cualquier partido de Regional Navarra grupo 2. Eso sí, se lo pasan como los indios, a su manera.

En el descanso tocó el fenómeno de Bruce y el partido cambió de dueño tres veces en los últimos cinco minutos. Los únicos cinco minutos que me perdí mientras daba vueltas por las profundidades del estadio tratando de colarme otra vez en el campo para la celebración, pero no hubo manera, estoy perdiendo facultades.

Más tarde sí bajamos a hacernos alguno fotito.



Este año también fallé con las celebrities. Sólo me topé con este genio del basket que es seguramente unas de las 100 personas que mejor vive del mundo.