Lakefront

Asturias - Chicago - Washington - Miami - ?

miércoles, agosto 10, 2005

P.S.1 (New York II)

El viernes, después del ameno viaje descrito más abajo, caminé media hora por la parte fea de Broadway para ir de Penn Station hasta Union Square. Era tarde y al asunto no dio para más, lo que sirvió para pillar el sábado con más ganas.

El día comenzó en el East Village. Después de entrar a una tienda de antigüedades regentada por la roommate de mi contacto local, nos tomamos el brunch en Café Mongador, que está en St. Marks Pl. entre la Primera y A igual que podía estar en la plaza del 2 de Mayo. Mismo sabor.

Tras recrutar a más gente por el camino, el metro nos llevó a Queens. Concretamente al P.S.1 donde el MOMA estuvo durante un par de años mientras reformaban el edificio de Manhattan. Los fenómenos han mantenido el museo con obras de artistas del momento, a la vez que organizan una fiesta rave en el patio, todos los sábados del verano. Bebidas: agua, un tipo de Gatorade aún más in, y cerveza ($6 el vasito). Aunque por allí se movían también diferentes substancias.



El asunto se llama Warm Up, trae a DJs de esos que conocen los que conocen nombres de DJs, y junta a lo más cool de NY en una mezcla de pase de modelos, gafas de diseño, camisetas de tirantes y gente de todo color dando saltos. A las 21:00 nos echaron, ya de noche, con esa sensación de fin de fiesta a las cinco y media de la mañana.



Evidentemente, no nos íbamos a parar a esa hora, así que aceptamos la invitación de un tipo amigo de una amiga de un amigo… y cambiamos Queens por Brooklyn. Después de cenar picantísimas alitas de pollo y alguna porquería más nos metimos en el loft del colega, un DJ aficionado cuya novia nos preparó unos pomegranate martini que casi acaban con nosotros. Intenté explicar –una vez más- que no entendía por qué lo llaman martini cuando sólo, por ejemplo, vodka y zumo de granada; y me miraban como a un marciano, claro.

Pese a lo chulo del loft, aquello no daba para más. Así que como a las tres nos metimos en un taxi y volvimos a la isla para acabar en una fiesta latina, en un pantalán frente a New Jersey. Allí estaba, por ejemplo, un técnico de sistemas de Lladró para Estados Unidos, quien comentó algunos números un tanto sorprendentes del negocio de las figuritas, de los que ahora no me acuerdo. Pero vamos, que en España no venden un pijo.

El tercer taxi de la noche nos dejó a las seis donde habíamos empezado el día, entre el East Village y Union Square.