Lakefront

Asturias - Chicago - Washington - Miami - ?

martes, agosto 30, 2005

Ahora, sí

Aunque mañana aún vendré a la redacción, acabo de confirmar a mis dos editores que no voy a escribir más este trimestre. Es decir, acabo de terminar el máster, ahora de verdad. No va a haber grandes fastuos; la ceremonia tuvo lugar en junio, pero supongo que éste es el momento importante.

Ayer lo medio celebramos cenando en Chinatown y tomándonos una cerveza demasiado emotiva. La verdad es que me he topado con unos cuantos tipos cojonudos durante estos doce meses, y sé positivamente que con casi todos, si no con todos, voy a perder el contacto en pocos meses. Así es como se funciona por aquí - y muchas veces también por allí, no nos engañemos.

No ha sido el mejor año de mi vida, como me dijo uno que lo sería cuando llegué a Evanston. Pero ha sido bueno, distinto, productivo y memorable. Ha dado para un saco de recuerdos.

viernes, agosto 26, 2005

Los aparejos

En vista de que el teléfono ha causado sensación, aquí os muestro las herramientas básicas de trabajo en la redacción, con las que llevo dos A1 (primeras páginas) seguidas esta semana. Con lo que se ve ahí, incluido el ordenador con el que sigo la retransmisión online de las deliberaciones de la comisión BRAC, hemos escrito estas últimas piezas.

jueves, agosto 25, 2005

Se acaba DC

Pues sí, el último trimestre de este máster que me trajo a tierras de la única superpotencia está a punto de terminar. Entre unas cosas y otras, se me ha pasado aún más rápido que los anteriores. De hecho, no he llegado a deshacer todas las maletas, aunque también es verdad que llevo meses sin ponerme un jersey.

En fin, que el próximo miércoles el grupo de la foto se separa, así que estamos apurando un poco el asunto. Nada del otro mundo, que en cuanto a pasárselo bien esto sigue siendo Estados Unidos.



El segundo por la izquierda, el gran Marcel, acaba de entrar por la redacción después de entrevistarse con el editor de internacional del Washington Post. Aprovechando que el cabrón se va a Caracas a hacer un trimestre extra del máster trabajando para AP, va a escribir para el Post como string. Tres reportajes al mes, noticias cortas y mantener informado al corresponsal del Post en Buenos Aires. Posiblemente durante un año. Qué fenómeno, qué envidia. Si lo hace bien, se convertirá en corresponsal del Washington Post, con un par.

Y yo aquí, muy serio, al teléfono. Que también trabajamos de vez en cuando.

lunes, agosto 22, 2005

Visados

Estoy pensando en quedarme por aquí otra temporada, ya trabajando. Aunque me gustaría antes pasar unos días en casa antes de empezar, que aquí el tema de las vacaciones no lo tienen muy bien asimilado.

Pero hay pegas, cómo no, por culpa de las visas. Además de lo difícil que es conseguir trabajo con una situación de visa siempre en proceso de cambio, tampoco facilita poder irse a casa diez días.

Ahora mismo, no me puedo ir a España sin un documento (DS-2019) que tengo que tramitar con la oferta de trabajo y un par más de papeles.

Así que tengo si:

1. Consigo la oferta de trabajo por escrito.
2. Convenzo a la empresa para empezar el 19 de septiembre.
3. Da tiempo antes del 6 de septiembre a conseguir ese DS-2019 para llevarlo a España conmigo
4. La embajada USA en Madrid me asegura que me renueva el visado -ya que tengo el DS-2019- entre el 7 y el 17 de septiembre.

Entonces sí, podría salir del país con tranquilidad sabiendo que en principio no tendría problemas para volver a entrar.

Situaciones como la mía están dando problemas a las universidades. Están teniendo menos solicitudes de masters y doctorados que hace años. Y cada año, menos gente hace el TOEFL. Están perdiendo "mentes", así lo llaman por aquí, desde que endurecieron todos estos rollos despues del 11-S. Por ejemplo, la mitad de los estudiantes "de grado" (doctorandos + masters) en Ingeniería en los EEUU son estudiantes internacionales.

Además, los de fuera normalmente pagamos el 100% de la matrícula, lo que viene de perlas a las universidades, que ya están movilizándose un poco porque le ven las orejas al lobo.

Al lobo de la conferencia de Bolonia, que está tratando de unificar programas en Europa y hacer más atractivos los masters y doctorados allí. Y al lobo asiático, donde antes todo pichichi se iba a EEUU a estudiar y ahora están desarrollando programas propios de calidad.

Einstein, hoy, tendría muchos problemas para hacer carrera en este país. Eso dicen.

miércoles, agosto 17, 2005

Miami



Por motivos futuro-profesionales, el fin de semana pasado volví a Miami- 6 años después. La sensación al salir de la terminal del aeropuerto fue la misma que la primera vez: un golpe de calor y humedad que mojaba la calle antes de que empezara a llover.

Los dos días en el sur de la Florida no dieron para mucho que contar aquí. Pero como tengo un par de fotos del coche en el nos movimos, un Jaguar descapotable, pues las pongo.

lunes, agosto 15, 2005

Día del Amparo

Hoy es el día que más me está costando estar en este país. Me estoy perdiendo el día el Amparo en Meres, algo que no me había perdido desde los 80, si es que me he perdido alguno.

jueves, agosto 11, 2005

Take it easy (New York y III)

El domingo decidimos matar la resaca con un picnic en Central Park. Metro uptown a las 2 de la tarde, agobio en el supermercado con los pasillos más estrechos que he visto nunca, y tres horas comiendo bocatas mientras veíamos a la peña jugando al frisbee, patinando, música de un concierto de unos haitianos a lo lejos… lo típico del Parque Central –como decía un americano que había estado una temporada en Madrid y hablaba español-.

A la tarde noche nos acercamos al SOHO. Sin más, era muy tarde, tiendas cerradas. Y domingo. La prueba de que eso de que la ciudad nunca duerme es bastante falso. Duerme bastante más que cualquier capital de provincia española. Bueno, igual Pamplona y Donosti…

El lunes me levanté a las 6, como un señor. Dos horas después estaba en un despacho del edificio de News Corp., sede de Fox y del New York Post.

El resto de la mañana la pasé en el MOMA, ahora el de verdad, que además de la excepcional colección permanente, ahora tienen una temporal comparando a Cézanne y Pisarro que es realmente instructiva. Durante años los dos trabajaron juntos y se copiaban a diestro y siniestro, con lo que tenía gracia adivinar de quién era cada cuadro.

Después de comer un sándwich japonés en Bryant Park, vuelta al autobús. Esta vez, ningún problema: apareció un judío vestido de judío a cobrarnos, salió puntual y el conductor, cubano, se pasó el viaje hablando por el móvil con la familia bajo un aguacero constante. Yo iba detrás de él, le pedí dos veces que subiera el volumen de la peli, a lo que me contestó:

-Take it easy, take it easy. This is a bus movie. You are not in your house. This is not a house movie.

Y volvían a llamarle al móvil. Que ni manos libres ni nada, claro.

Una vez en Washington, camino doscientos metros y me cae la mayor tormenta conocida en una zona donde no tenía autobús cerca. Espero media hora a ver si amaina. Peor. Al final, con mi bañador y chanclas, volví a casa cargando el portatrajes. No exagero: en algunos charcos el agua me llegaba a la mitad de la espinilla.

No recuerdo mejor viaje con peor principio y final.

miércoles, agosto 10, 2005

P.S.1 (New York II)

El viernes, después del ameno viaje descrito más abajo, caminé media hora por la parte fea de Broadway para ir de Penn Station hasta Union Square. Era tarde y al asunto no dio para más, lo que sirvió para pillar el sábado con más ganas.

El día comenzó en el East Village. Después de entrar a una tienda de antigüedades regentada por la roommate de mi contacto local, nos tomamos el brunch en Café Mongador, que está en St. Marks Pl. entre la Primera y A igual que podía estar en la plaza del 2 de Mayo. Mismo sabor.

Tras recrutar a más gente por el camino, el metro nos llevó a Queens. Concretamente al P.S.1 donde el MOMA estuvo durante un par de años mientras reformaban el edificio de Manhattan. Los fenómenos han mantenido el museo con obras de artistas del momento, a la vez que organizan una fiesta rave en el patio, todos los sábados del verano. Bebidas: agua, un tipo de Gatorade aún más in, y cerveza ($6 el vasito). Aunque por allí se movían también diferentes substancias.



El asunto se llama Warm Up, trae a DJs de esos que conocen los que conocen nombres de DJs, y junta a lo más cool de NY en una mezcla de pase de modelos, gafas de diseño, camisetas de tirantes y gente de todo color dando saltos. A las 21:00 nos echaron, ya de noche, con esa sensación de fin de fiesta a las cinco y media de la mañana.



Evidentemente, no nos íbamos a parar a esa hora, así que aceptamos la invitación de un tipo amigo de una amiga de un amigo… y cambiamos Queens por Brooklyn. Después de cenar picantísimas alitas de pollo y alguna porquería más nos metimos en el loft del colega, un DJ aficionado cuya novia nos preparó unos pomegranate martini que casi acaban con nosotros. Intenté explicar –una vez más- que no entendía por qué lo llaman martini cuando sólo, por ejemplo, vodka y zumo de granada; y me miraban como a un marciano, claro.

Pese a lo chulo del loft, aquello no daba para más. Así que como a las tres nos metimos en un taxi y volvimos a la isla para acabar en una fiesta latina, en un pantalán frente a New Jersey. Allí estaba, por ejemplo, un técnico de sistemas de Lladró para Estados Unidos, quien comentó algunos números un tanto sorprendentes del negocio de las figuritas, de los que ahora no me acuerdo. Pero vamos, que en España no venden un pijo.

El tercer taxi de la noche nos dejó a las seis donde habíamos empezado el día, entre el East Village y Union Square.

martes, agosto 09, 2005

Washington DeLuxe (New York I)

Había leído y oído mucho sobre los Chinatown buses que te llevan por cuatro perras del barrio chino de Boston o Washington a Nueva York, por ejemplo. Más tarde me informaron de que los judíos ofrecían servicios similares. Así, reservé –sin comprar- un billete en la web de Washington DeLuxe. Y el viernes pasado me junté con otros 60 en una esquina donde no había ni cartel, ni parada, ni nada.

Hora a la que había que presentarse para asegurar asiento gracias a la reserva: 16:15. La clavé.

Y la verdad, había un autobús allí, con un señor negro dejando claro que él era el conductor, pero sin aclarar dónde iba a meter a los 60, porque el autobús ya lo tenía lleno desde hacía un rato. Hora prevista de salida: 16:30.

A las 16:40 el autobús se pira diciendo que van a venir otros dos a por más gente. Diez minutos de desconcierto después, vinieron dos autobuses. Se bajan los respectivos conductores y empiezan a discutir entre ellos delante de la gente:

- Vengo perdiendo aceite desde Nueva York, yo no puedo volver hoy. No llego.
- Pues yo estoy sin aire acondicionado. Y toda esta gente no cabe en el mío.

En ese momento, a 97% de humedad, por encima de 30 grados, después de cargar y esperar con una bolsa y un portatrajes, sin haber comido, totalmente empapado en sudor… realmente pensé qué carajo de vida… en fin.

A las 17:15 el autobús sin aire decide dejar subir a gente. El proceso es tal que así: empujándose unos a otros, se le enseña la reserva al conductor, que ni la lee, si no que agarra tu bulto, lo tira ahí debajo, y te manda subir al cacharro, que me recordaba, y mucho, al autobús malo de los 17 que había en mi colegio en los 80, ése que tocaba de vez en cuando, que parecía que lo repartían para que nadie se sintiera de menos.

La verdad es que yo quería ir a Nueva York, así que me monté sin demasiados problemas ante las dudas de quienes miraban al segundo autobús –con aire pero sin aceite- que, al final, también hizo el viaje, al menos el principio.

Hora de salida: 18:15. Hora y tres cuartos de retraso, para amarrar el atascazo del viernes por la tarde claro. El señor conductor levanta la voz para que se le oiga por primera vez:

- New York. One way, 20 dollars. Round trip: 35 dollars. Have your money ready.

Y se pone a recaudar. A los round-trip nos da un cartoncito amarillo para la vuelta. También nos avisa de que una vez en autopista, lo del aire no va a ser un problema.

Y es que el asunto tenía su matiz. Aire salía, y en marcha, con cierta potencia, aunque no muy frío. Si no dice nada, yo casi ni me quejo. Pero no era suficiente y el tipo decide cumplir lo prometido. En un semáforo abre un hueco del techo.

Tras 40 minutos de autopista semi-colapsada, empezamos a coger velocidad, el aire a circular… y nos metemos en la tormenta de casi todas las tardes. Se pone a llover como llueve cuando llueve de verdad. Un fenómeno se sube para cerrar el techo, pero el artista lanza la tapa 180 grados hacia atrás, imposible de cerrar en marcha.

Entre que sí y que no, que encuentro donde parar, como 6 filas de asientos acabaron empapados. El tipo para debajo de un túnel, en mitad de la autopista, casi sin arcén… cuatro horas después no me creía que nos hubiera llevado hasta Penn Station. Bueno, hasta una lateral de la estación, porque otra vez, ni parada reglamentaria, ni nada. Al pie del hotel New Yorker.

viernes, agosto 05, 2005

Ciudad fantasma

La Washington política se ha ido de vacaciones y nos ha dejado aquí con dos noticias escritas en toda la semana. Menos productividad, imposible. Pero es que no hay nada. Se va el presidente y el congreso, y tras ellos los miles de empleados federales, grupos de presión, lobbys, etc. Por cierto, el fenónemo de George W. se ha cogido 5 semanas de vacances, toma. El presidente con más vacaciones de los últimos 40 años. Como no tiene trabajo que hacer... aunque, la verdad, cuanto más inactivo, mejor, supongo.
Así que como me aburro un poco por aquí, me piro a NY dentro de una hora.

martes, agosto 02, 2005

Baltimore

El pasado viernes nos fuimos a Baltimore, que es como estar en Madrid y acercarse a Guadalajara: está ahí al lado pero te puedes pudrir en el atasco según la hora a la que salgas. Viernes por la tarde... de cajón.

Una vez allí, nos dirigimos al estadio de los Orioles, pegadito a la casa natal de Babe Ruth. Jugaban los Chicago White Sox, mejor equipo de la liga hasta ahora. Se respiraba buen béisbol. Y buenas hamburguesas, por cierto. Que diréis lo que queráis, pero las hamburguesas cuando están buenas, están buenísimas. [Nota: peso 4 kilos menos que hace 10 meses, así que nadie se piense que estoy tirado a la comida basura y tal].

Tras el partido y después de perdernos con el coche por barrios pocos recomendables de la ciudad -famosa por peligrosa-, encontramos el famoso Inner Harbor y nos tomamos una cerveza comentando cómo Nueva York le robó la tostada a Baltimore cuando ésta era el principal puerto de la zona, cómo la ciudad se hundió en la miseria en el siglo XX y cómo ahora está tirando para arriba. Y de ahí, vuelta a Washington a las dos de la mañana.